Les contaré lo que me pasó hace algunos días en el trabajo. Trabajo de Godín en una oficina y van a hacer el aseo, antes iba una señora, pero como que rotan al personal, así que esta vez le tocó a Sofía.
Sofía era una chica petit, no medía más de 1.50 mt, y tenía 26 años, no era muy delgada, pero tenía unas excelentes curvas, pelo largo negro, tez blanca y una risa coqueta, ojos cafe oscuros y unas excelentes piernas que se le notaban aun con el uniforme. En la oficina en su mayoría son hombres, así que con una mujer así, todos estaban como perros afuera de carnicería.
La forma de ser de Sofía era muy coqueta y muy alegre, siempre que pasaba a limpiar el lugar, te dirigía una palabra, o una broma o algo para entablar conversación, así era con todos. Un día al terminar el turno, se metió al baño a cambiarse, supongo que iba a salir, porque al salir del baño salió con una minifalda, tipo mezclilla color azul, que dejaba ver sus magníficas y torneadas piernas, una blusa que dejaba ver el ombligo, y resaltaban sus pechos, y esa cintura de encanto, aunque no era flaca, tenía un excelente cuerpo, el lavamanos no está dentro del baño, sino que está afuera, así que salió a maquillarse ahí, se pintó, se puso chapetitos y se pintó la boca de rojo, se soltó y se mojó el pelo, se echó perfume y se arregló. Todos estábamos babeando por ella y ella solo dijo hasta mañana y se fue.
Después de ese día me quedé pensando en Sofía, en lo guapa que la vi y que quería hacerla mía, así que empecé a buscar la oportunidad; y la oportunidad llegó a los pocos días, dio la casualidad que yo salí antes que ella, pero el estacionamiento de la plaza, estaba cerrado y tuve que buscar al guardia para que me abriera, además de eso, estaba buscando unos papeles en el carro, por lo cual me entretuve. Cuando por fin salí del estacionamiento, la ví en la parada del camión, por lo que puse intermitentes, bajé el vidrio y me ofrecí a darle un aventón sin preguntar para dónde iba. Ese día he de decir, traía el uniforme puesto, pero yo conservaba en mi mente la imagen de ella con la minifalda. Ella accedió a subirse sin decir mucho, y a los pocos minutos me dirigía hacia el Oriente de la ciudad bien acompañado de la bella Sofía.
La ciudad estaba de locos, a pesar de la pandemia, había como siempre un trafical, además de los semáforos mal sincronizados, que en otro momento, hubiera enloquecido, pero debido a la belleza que tenía al lado, decidí gozar el tráfico para pasar más tiempo con ella. Íbamos platicando cosas varias, y en ocasiones le tocaba la pierna mientras decía un chascarrillo, noté que no le molestaba en lo absoluto, incluso en ocasiones me tomaba de la mano. Pensé que sería el ahora o nunca, total, lo más que podría pasarme es que se bajara del carro y me dejara en medio del tráfico, por lo cual decidí arriesgarme. En un semáforo rojo, mientras conversábamos la volteé a ver y sin mediar palabra la tomé de la cara y le di un pequeño beso de piquito, ella lo contestó, aunque un poco extrañada. Se puso la luz verde y seguimos conversando y de vez en cuando dándonos más besos y con mayor intensidad.
Me comentó que no quería llegar a su casa tan temprano, pues vivía con sus papás y tenía un hijo, el cual lo cuidaban sus padres mientras ella llegaba, y que ahora, como había sido tan amable en llevarla, pues llegaría más temprano y que mejor aprovecharámos el tiempo, así que me dijo que fuéramos a un bar de esos que abundan en el centro y que nos tomaramos algo; obviamente no iba a desaprovechar la oportunidad y acepté, pedimos media cubeta, así que nos trajeron seis cervezas; la mesera nos destapó la botella, primero a ella, después a mí, el tráfico y el calor hicieron que nos diera mucha sed, así que la primera nos la tomamos rápido, después de un primer y gran trago pareció que nuestro pensamiento estaba sincronizado y rápidamente nos lanzamos a besarnos, sentí como su lengua buscaba la mía y sus manos tomaban mi cara. Mis manos estaban puestas en su cintura, pero luego bajaron a sus muslos y, mientras la besaba, le sobaba esos bellos muslos.
Pasamos la siguiente hora y media entre cervezas, (porque después pedimos otra media cubeta), música y besos, sospeché que la cerveza se le estaba subiendo, y mis sospechas fueron confirmadas cuando me dijo sin pudor, sin tapujos y sin eufemismos que fuéramos para un motel.
Quedé extrañado de sus palabras, pero no dije ninguna objeción, en ese momento pedí la cuenta y pegamos pies en polvorosa hacia el carro con destino a un motel. Mientras íbamos en el carro ella iba acariciándome el pene por encima del pantalón. ¡Que rico lo tienes, luego luego se siente! me dijo, yo aprovechaba la luz roja para meterle mi lengua por la garganta y amasar sus pechos, mientras que en la luz verde ella seguía jugando con mi miembro, disfrutando como se ponía cada vez más duro.
Por fin llegamos al motel, “Motel Ra” se llamaba, con el simple nombre con referencia al dios egipcio pueden imaginarse que no me esmeré mucho en encontrar un buen lugar, sino que fue lo primero que encontramos. Entramos, pague la cuota y pedí uno con yacuzz, condón y bebida hidratante y nos dieron la habitación, me estacioné, baje la cortina y subimos al cuarto.
Para ser el “Motel Ra” las habitaciones estaban bastante decentes, estaban amplias y pegado a la pared de la esquina izquierda del cuarto teníamos el jacuzzi, en la otra esquina estaba la regadera que tenía vidrios transparentes y aun lado estaba el baño. Me dispuse a abrir las llaves del agua, para regularla y quedara a buena temperatura, a mi me gusta muy caliente, pero a la mayoría les gusta más bien tibia. Mientras estaba regulando el agua, llegó por detrás de mí y me abrazó por la espalda, yo voltee y le di un beso, más bien con prisa. Ella se fue a recostar a la cama y prendió la televisión, había puros canales porno, pero se apresuró a cambiar el canal y ver alguna película. Yo por mi parte, había terminado de regular el agua y me fui a acostar con ella, en cuanto me acosté, me voltee para verla bien, ella también se volteó y comenzamos a besarnos. Rápidamente mis manos fueron a sus nalgas que primero acariciaba y después comencé a apretar y a amasar, sus manos rápido buscaron los botones de mi camisa y se apresuraron a desabotonarlos. Sin dejar de besarme me quitó la camisa, y después de camiseta, yo sentía como su lengua jugaba con la mía y como su respiración estaba cada vez más agitada, después que me quitó la camiseta, me puse encima de ella y la besé violentamente mientras comencé a amasar sus pechos por encima de su ropa, por fin le quité la playera del uniforme y acto seguido y con una mano desabroché su brasier. Rápido pude ver esos grandes pechos redondos con su pezón rosado muy erecto. Después ella tomó la iniciativa y se puso encima de mi, se sentó sobre mí y con sus manos recorrió mi pecho desnudo mientras me quitaba el cinturón, apenas lo quitó, me desabrochó el pantalón y sacó mi erecto pene, se lo metió a la boca y comenzó a chuparlo de una manera increíble, todo mi miembro desaparecía en su boca, luego lo sacaba, escupía en el y lo volvía a meter para volver a desaparecer en su boca, lo volvía a sacar y ahora recorría todo el tronco con su lengua, mientras que con sus manos jugaba con mis huevos. Yo estaba ya totalmente desesperado, queriéndole arrancar la ropa que le quedaba para penetrarla y hacerla mía, pero por mi cabeza pasaban varias cosas, la primera y más importante que tenía que alargar lo más posible este momento, porque era improbable que se repitiera, y la segunda que las llaves del jacuzzi estaban abiertas y ya estaba llegando el agua al límite, así que mientras mi pene desaparecía en su boca, la tomé de la cabeza, para ayudarle a seguir el ritmo y sutilmente le saqué mi pene de su boca y le dije que iba a cerrar el agua. Cerré las llaves del agua, vacié las sales y la espuma y programé el ciclo a 30 minutos, cuando voltee hacia la cama, ella ya se estaba quitando los jeans. Fuia a la cama e hice lo mismo. Ya totalmente desnudos, fuimos al jacuzzi, primero la ayude a entrar y después entre yo, comentó que el agua había quedado a muy buena temperatura, pero para eso, yo ya no la escuchaba, lo que quería era hacerla mía ya. Entré al jacuzzi y me recargue, a ella la puse recargada encima de mí, con su espalda en mi pecho y comencé a besarle el cuello, mis manos ahora si, pudieron palpar esos pechos grandes y desnudos, llenos de jabón. Se sentía genial, mis manos resbalaban por su piel, mientras le besaba el cuello y los labios. Ella se volteó para quedar frente a mí, con una mano se apoyaba en el suelo del jacuzzi y con la otra me hacía una masturbada descomunal mientras me besaba y metía su lengua en mi garganta, yo tenía esos pechos de frente, víctimas de la gravedad. En ese escarceo tremendo duramos la media hora hasta que se acabó el ciclo. Nos salimos del jacuzzi y nos fuimos a la regadera a enjuagarnos, mientras nos enjuagamos la abracé por la espalda y le apreté los pechos mientras le besaba el cuello, la apoyé contra el cristal, sus grandes pechos rompieron lo empañado del vidrio casado por el vapor y así con sus pechos contra el cristal y yo de espaldas, le apretaba sus pechos mientras le daba de narlgadas. Ella por su parte estaba ya jadeando y gimiendo además de buscar la manera de seguirme masturbando. Se volteó y se puso de frente a mi, mientras comenzó a recorrer mi cuerpo con pequeños besos e iba bajando lentamente hasta que su boca nuevamente llegó a mi pene, se lo metió y comenzó nuevamente la brutal felación, en realidad sabía lo que hacía y si de hacer gozar a un hombre se trataba, cranme que Sofía era muy buena. Después de unos minutos que parecieron segundos de tremendo faje, decidimos enjabonarnos y salirnos. Nos envolvimos en las toallas y fuimos a la cama. No nos habíamos terminado bien de acostar, cuando ella se quitó la toalla, me la quitó a mi, abrió el condón y me lo puso de una. Acto seguido se subió sobre mi y se clavó todo el pene de una sola estocada, se quedó inmóvil unos segundos mientras se acostumbraba a mi, después comenzó una cabalgata digna del mejor yoqui del mundo, comenzó a gritar y a retorcerse y a pedirme que le diera más rápido, yo estaba espaldas planas a la cama, con esos pechos colgando a mi vista, así que comencé a chuparlos y ella gritaba aun más, en un momento las cosas cambiaron y ahora yo estaba arriba, puse sus piernas en mi espalda y comencé con el ritmo de las estocadas, primero rápido y después lento y profundo, esos cambios de ritmo la excitaban aún más pues notaba como sus uñas rasguñaban mi espalda, ahora yo me hinque sin sacarle mi verga, levanté sus pies y los apoyé contra mi pecho, mientras continuaba con las embestidas. Pude notar su cuerpo brilloso por el sudor y su voz entre cortada pidiendo más, sin decirle nada saqué mi falo de su sexo y ella solo me dijo que no lo sacara, que lo volvierá a meter, pero yo no hice caso, solo estaba mordisqueando sus pezones y apretando sus pechos. Le dije que si quería que se lo volviera a meter, sería de a perrito, por lo que ella solo se río y se puso en 4, yo me puse de rodillas y comencé a metérselo, hasta que mi pito desapareció en su sexo y eventualmente se veía cuando el ritmo iba haciá afuera. Ella apretaba con los puños la sábana de la cama, mientras yo parecía que estaba montado encima de un toro de rodeo, con una de mis manos recorría su espalda, mientras que con la otra me dedicaba a darle nalgadas. Con cada nalgada ella emitía un gemido mezclado de dolor y de placer mientras me decía que qué rico la cogía. No tardé mucho tiempo en expulsar toda mi leche y vaciarla al condón, cuando ella se dio cuenta que estaba por terminar, apretó su sexo y pude sentir como se reducía el espacio dándome la última dosis de placer antes de que, como les dije llenara el condón con mi leche. Me quité el condón y lo tiré al bote de basura, mientras nos quedamos viendo una película que pasaban en la tele, una de superman donde Luisa Lane creo que es Sandra Bullock, nos quedamos recostados hasta que se acabó la película, ella recargada en mi pecho y yo la abrazaba. Cuando se acabó la película decidimos irnos, pues ya era pasada la media noche.
Salimos del motel y nos dirigimos a su casa, y el camino ya fue de relativa calma, uno que otro beso de vez en cuando seguido de largos silencios.
Llegamos a su casa y antes de bajarse del carro me volvió a dar otro beso, y sin decir nada más entró a su casa y se fue. Al otro día en el trabajo, ella volvió a hacer el aseo, y me lanzaba algunas miradas morbosas, y alguno que otro intercambio de palabras.
Todo a estado tranquilo, pero espero que se vuelva a dar otra oportunidad de volverla a coger.
Hasta aquí el relato, espero les haya gustado y se la hayan jalado. Les pregunto ¿Fantasía o realidad?
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