miércoles, 27 de abril de 2022

Melissa, la niñera complaciente

 Una noche de agosto de cuyo año no me acuerdo, pero fue reciente, toco mi fiesta de graduación de la universidad, como es obvio, no podía llevar al niño a la fiesta de graduación a la que acudiríamos mi esposa y yo, por lo cual, tuve que pedirle de favor a una amiga mía de muchísima confianza que me cuidara al retoño, ya que yo iba a acudir al evento con mi esposa.

La cita en el evento iniciaba a las 21:00, así que citamos a Melissa a las 20:30 y llego muy puntual, les describo a Melissa para que tengan una idea:

Melissa es una chica trigueña con el pelo castaño, piernas largas torneadas, bien formadas, una cintura que se la puedes rodear con las manos si las juntas, unas tremendas caderas que parecen mango petacón y por lo que me di cuenta mas adelante, también tenía unos pechos tan firmes como estatua de bronce; sus ojos color miel y llego vestida con unos jeans entallados de mezclilla y una blusa ombliguera negra.

Salimos para el evento, pero en la ida, nos peleamos mi esposa y yo y ella decidió irse con su mamá a dormir, por lo que me fui al evento yo solo.

Ya al regresar, era de esperar llegue un poco pasado de copas y un poco deprimido por la situación, así que cuando llegue el niño ya estaba dormido y Melissa me estaba esperando para cobrar e irse a su casa. Pero, como ya he dicho, era mi amiga, así que cuando me vio un poco tomado se puso a hacerme un café y también a hacerme compañía mientras me preguntaba que había sucedido. Mientras ella hablaba, yo solo prestaba atención a sus pechos, me los imaginaba y quería tocarlos. Me levante de mi lugar con el pretexto de ir al baño, cuando regresé, la abracé por detrás, besé su cuello, ella volteó y me besó en los labios. Comenzamos a besarnos desesperadamente, ella se puse de pie, frente a mi, y enredaba sus brazos en mi cuello mientras me seguía besando, mis manos iban a sus nalgas, hermosas, firmes y pasaban a sus pechos los cuales acariciaba por encima de la blusa. Mis manos seguían recorriendo su cuerpo, y las metía por el pantalón y pude sentir el calzón cachetero que tenía. Sin dejar de besarnos nos fuimos al cuarto, cerramos la puerta para no despertar al infante, que dormía en el otro cuarto. Me acosté en la cama de espaldas planas, y ella se me echó encima como poseída, mientras me iba quitando la camisa y cada una de mis prendas, me quitó el pantalón y también los boxers, y ella aún vestida comenzó a hacerme una mamada brutal, como pocas veces me la habían hecho. Yo como pude levanté su blusa, misma que se quitó apenas despegando su boca de mi verga. Después como pase de mago, con una mano y un movimiento desabroché su brasier para percatarme como caían los pechos al vacío siendo detenidos únicamente por su piel. Yo la voltee y ahora ella estaba espaldas planas, en topless, le quedaban sus jean, pero eso no me preocupaba de momento, solo me abalancé sobre ella y comencé a besarle los pechos, que como dije líneas arriba, estaban tan duros como estatua de metal. Fui recorriendo con mi lengua su vientre, hasta llegar al botón de pantalón, ese maldito botón entrometido que me impedía llegar a la meta, desabroche el botón con mis manos sin dejar de besar su vientre, ella apretaba las sabanas con su puño, cuando termine de quitarle la ropa, me hinqué en la cama, mientras ella también hincada frente a mi comenzó a besarme y mientras lo hacía sus manos me daban una tremenda masturbada, mientras me metía su lengua en mi garganta, sus manos jugaban con mi huevos. Yo tenía la necesidad de hacerla mía de una vez por todas, por lo que la recosté espaldas planas y se la metí, primero despacio y ya que mi verga había entrado la mitad, le di un solo empuje, ella grito de placer mientras arqueaba la espalda y apretaba su pelvis, comenzó a sudar, su piel comenzó a brillar dulcemente, ella en un dio un giro y se puso encima de mí, sus manos estaban sobre mi pecho y mis manos en sus pechos. Veía ese pelo quebradizo negro que caía sobre mí sujetado por su cuero cabelludo. Mi manos pasaban de sus pechos a su cuello y a su vientre, dejo caer su cuerpo sobre el mío sin dejar de moverse a un ritmo semilento que iba aumentando su velocidad con el tiempo, mis manos también estaban en sus nalgas, y le daba de fuertes nalgadas, en la habitación ya se escuchaba mucho ruido, porque sus gemidos eran épicos, ahora yo di el giro, y la puse de espalda con la cama, sin hablar, solo con un movimiento de la mano comprendió lo que quería y se puso a gatas. Mi verga cada vez mas tiesa, entro por detrás mientras lanzaba un gemido cargado de placer, mis manos estaban pasando de recorrer su espalda a darle de nalgadas, el rito era aleatorio, alternaba entre darle muy duro y despacio y en cada cambio de ritmo, veía y oía como la recorría el inmenso placer. 

Después de unos minutos pude vaciar mi leche dentro de ella y lo peor o mejor según sea el caso es que fue sin condón. Temprano por la mañana mientras ella seguía dormida, le preparé un café y se lo llevé a la cama, mientras de manera sutil la invitaba a vestirse e irse, pues el niño ya no tardaba en despertar y mi esposa en llegar. 


Al final se fue, y a los poco minutos llego mi esposa, pero espero que para la siguiente vez me vuelva a cuidar al niño ella



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