Una noche de agosto de cuyo año no me acuerdo, pero fue reciente, toco mi fiesta de graduación de la universidad, como es obvio, no podía llevar al niño a la fiesta de graduación a la que acudiríamos mi esposa y yo, por lo cual, tuve que pedirle de favor a una amiga mía de muchísima confianza que me cuidara al retoño, ya que yo iba a acudir al evento con mi esposa.